Conclio VATICANO II
  (1962-1965)  [975][085]

 
   
 

 

 
   El Concilio fue un acontecimiento singular en la Historia de la Iglesia del siglo XX. El más numeroso por participación de todos los Concilios ecuménicos, constituyó una ráfaga de cambio y de adaptación, un análisis magnífico de las necesidades espirituales del mundo moderno, un punto de partida para una etapa nueva de acción pastoral y catequética.
   Concilio nuevo y no continuación del Vaticano I, como algunos querían, reordenó la acción evangelizadora, en cuyo contexto se moverían multitud de proyectos y compromisos en la segunda parte del siglo de la revolución tecnológica, cibernética e informática
   En liturgia y en organización eclesial, supuso cierta rectificación y reorientación de las líneas exigentes de Trento, con intensas repercusiones morales, sociales y pedagógicas.

   1. Contexto conciliar

   Convocado por Juan XXIII, quien lo anunció desde Enero de 1959, se presentó como una respuesta a los procesos de cambio del mundo moderno.
   Ni los planteamientos bíblicos, ni los litúrgicos ni los pastorales que se seguían en los comienzos del siglo XX resultaban ya válidos para una Iglesia que había de moverse entre pantallas de ordenador y cámaras de Televisión, en una sociedad secularizada y laica, en época de globalización y de grandes revoluciones: la moral y sexual, la democrática y antijerárquica, la tecnológica..
   Fue un verdadero y eficaz intento de "aggiornamento", según la expresión de Juan XXIII, quien lo convocó a las pocas semanas de elegido como Pontífice. Sólo tuvo tiempo de presidir la primera parte, pues falleció el 3 de Junio de 1963. Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Pontífice Pablo VI, quien siguió con el empeño de poner a la Iglesia "a la page", según su expresión preferida.
   El Pontificado de Pío XII supuso un encuentro de la Iglesia con la cultura moderna y un claro intento de absorber los nuevos lenguajes y modos de comunicación humana, fenómenos típicos del período que siguió al trauma sangriento del a segunda guerra mundial.
   Los intelectuales, los técnicos, los científicos, desafiaron a las iglesias con sus creencias metafísicas. La Iglesia católica respondió al reto con una actualización de sus modos operativos. La entrada eclesial en los medios de comunicación social moder­nos, los mensajes y discursos del mismo Papa, los movimientos nuevos de los cristianos, supusieron la llamada de alerta en un mundo en cambio vertiginoso. Hacía falta un nuevo estilo de comunidad creyente y se reclamaba la superación de las formas y ritos, de las viejas tradi­ciones y de las simples actitudes crédulas de los cristianos de viejo cuño.
   El Concilio irrumpió de manera arrolladora, no tanto por las sesiones y los temas tratados, que fueron magníficos, sino por la convulsión irreprimible que supuso el nuevo aire para la Iglesia.
   Para detener la corriente de renovación que se desató no bastó ya la inteligencia práctica y prudente de Pablo VI ni la sonrisa del fugaz Juan Pablo I. Tampoco paralizó el ritmo del cambio el progresivo itinerario cada vez más conservador de Juan Pablo II, abierto al principio a la urgencia de una nueva Evangelización, pero refugiado en su autoridad en la última parte de su pontificado, más por la influencia desafortunada de sus más estrechos colaboradores que por el talante luchador de su carácter.
   Los mensajes del Concilio cubrieron la Iglesia, Comunidad de creyente y Pueblo en camino, más que la Iglesia Jerarquía y Magisterio a lo largo del siglo XX.

   2. Proceso e Historia

   El 25 de Enero de 1959 el recién elegido Juan XXIII anunció a los Carde­nales, en la basílica de San Pablo Extramuros, su propósito de convocar un Concilio.
   El Período preparatorio duró desde el 17 de Mayo de 1959, en que se constitu­yó la Comisión antepreparatoria, presidida por el cardenal Tardini, hasta el inicio del Concilio.
   El 18 de Junio de 1959 una Carta del Cardenal Tardini a todos los Cardenales, Arzobispos, Obispos (eran 2.594), Congregaciones romanas, Superiores Generales de Ordenes religiosas (eran 156), Universidades católicas, Facultades teológicas, solicitaba sugerencias y te­mas para el Concilio.
   Contestaron el 77% de los interpela­dos, con 2.150 respuestas, que fueron catalogadas e impresas, reduci­das finalmente a proposiciones y formuladas en pocas palabras.
   El 29 de Abril de 1959 la Encíclica "Ad Petri cathedram" dio las primeras indicaciones sobre los fines del Concilio. A medida que se sensibilizaba a la Iglesia, los trabajos preparatorios iban precisando la metodología prevista.
   Una Asamblea que habría de mover dos millares y medio de Padres conciliares, y a varios miles más de teólogos, consultores, secretarios, observadores, personas de apoyo administrativo y de intendencia organizativa, supuso un verdadero e ingente esfuerzo de recursos y de planificación.
   El 5 de Junio de 1960 el Motu proprio "Superno Dei nutu", instituyó las 15 Comisiones y Secretariados preparatorios del Concilio: central, teológico, obispos y gobierno de las diócesis, clero y pueblo cristiano, religiosos, sacramentos, sagrada liturgia, estudios y seminarios, Iglesias orientales, misiones, apostolado de los seglares, ceremonial, prensa y espectáculos, unión de los cristianos, secretariado administrativo.
   En Julio de 1960 las Comisiones recibieron los volúmenes de respuestas a la consulta del 18 de Junio de 1959 y las proposiciones que las resumían, junto con un programa general de trabajo y los temas que parecían preferentes.
   El 12 de Junio de 1961 tenía lugar la Primera reunión de la Comisión central preparatoria. Entre esa fecha y el 21 de Junio de 1962, en que tuvo lugar la última, se celebraron siete reuniones plenarias. Se dispusieron los documentos para ser oportunamente repartidos con los esquemas y los reglamentos para el funcionamiento de tan numerosa Asamblea soberana.
   El 25 de Diciembre de 1961 Juan XXIII publicó la Constitución apostólica "Humanae salutis", convocando el Concilio para el año 1962. Con el Motu proprio "Concilium", del 2 de Febrero de 1962, se fijó la fecha de apertura para el 11 de Octubre de 1962.
   El 1 de Julio de 1962 la Encíclica "Poenitentiam agere" pedía a los fieles ora­ciones y sacrificios por el éxito de] Concilio y la Carta "Il tempo massimo" del 2 de Julio de 1962 hacia lo mismo con los religiosos.
   El 10 de Julio de 1962 se cursaban Invitaciones oficiales a todas las Iglesias cristianas separadas para que enviaran observadores delegados a las sesiones conciliares.
   Entre Julio y Agosto  de 1962 los Obispos de todo el mundo recibían los primeros textos disponibles para que pudieran estudiarlos antes de su viaje. Y el 5 de Septiembre de 1962, con el Motu proprio "Appropinquante Concilio", se publicaba el Reglamento para el funcionamiento de las diversas reuniones y asambleas.
   El 11 de Noviembre, un mes antes del comienzo, el Papa Juan XIII enviaba un radiomensaje a todo el mundo para que supieran que el Concilio era inminente y sus frutos serían provechosos.

   2.1. Primera etapa

   El 11 de Octubre se iniciaron las Se­siones que habrían de durar hasta el 8 de Diciembre de 1962. Durante ella hubo un máximo de 2381 conciliares. Hubo 36 Congregaciones Generales, 640 Discur­sos y 33 votaciones.
   La ceremonia solemne de apertura del Concilio tuvo lugar en con un discurso del Papa. Del 13 al 20 de ese mes se constituyeron las Comisiones conciliares en base a 25 miembros, 16 elegidos por la asamblea y nueve por el Papa.
   Del 20 de Octubre al 7 de Diciembre las tareas siguieron el ritmo previsto en el Reglamento. Se discutieron los esquemas sobre la liturgia, la revelación, los medios de comunicación social, la unidad de los cristianos, la Iglesia.
   El 8 de Diciembre de 1962 se clausuraba la primera etapa conciliar, sin promulgación de ningún documento. Se dejaron diversos trabajos para el período intersesional y se delegó en una Comisión de 17 miembros, con el encargo de rehacer los esquemas.
   En el período intermedio se produjo el fallecimiento de Juan XXIII, el 3 de Junio de 1963 y la elección de Pablo VI el 21 de Junio. Seis días después de su elección Pablo VI anunciaba la continuación del Concilio y tomaba las riendas del mismo, según su idea de centrar la atención en la Iglesia. La fecha de reapertura quedó fijada para el 29 de Septiembre.

   2.2. Segunda etapa

   Tuvo lugar el 29 de Septiembre y el 4 de Diciembre de 1963. Hubo 43 Congre­gaciones Generales, 637 discursos y 92 votaciones.
   Del 1 al 30 de Octubre se discutió el esquema de la Iglesia; y desde el 5 de Noviembre al 2 de Diciembre se trató el texto sobre los Obispos y el gobierno de las Diócesis. También se estudió el documento relacionado con el Ecumenismo. Se rehicieron algunas de las comisiones y se reforzó el grupo de teólogos redactores.
   Al clausurar las sesiones de esta Segunda etapa se dieron los votos finales y la promulgación de la Constitución sobre la "Liturgia" (Sacrosanctum concilium) y el Decreto sobre los "Medios de comunicación" (Inter mirifica).
   Por deseo de Pablo VI la aplicación de ambos documentos siguió un proceso acelerado, sin esperar a la clausura del Concilio. El 25 de Enero de 1964 el motu proprio "Sacram litur­giam" declaraba en vigor la Constitución y creaba un Consejo para la pronta y correcta aplicación de las consignas conciliares.
   Otro Motu propio del 2 de Abril de 1964 creaba la Comisión pon­tifi­cio para los medios de comunicación.
   Se dio en la intersesión, del 4 al 6 de Enero de 1964, el viaje de Pablo VI a Tierra Santa y su encuentro con el Patriarca Atenágoras. Y se publicó la Carta apostólica "Spiritus Paraclitus", el Papa pedía oraciones por el Concilio.
   Pablo VI creó en esas fechas el Secretariado para los no cristianos. Tam­bién se vio la conveniencia de reformar el Reglamento conciliar para facilitar los debates.

   2.3. Tercera etapa

   Duró del 14 de Septiembre a 21 de Noviembre de 1964. Hubo 48 Congregaciones Generales, 618 Discur­sos y 147 votaciones. Fue la más fecunda en documentos, debido a los de­bates y discusiones que ya estaban realizadas en los tiempos anteriores.
   El 4 de Noviembre de 1964 tuvo lugar la Misa concelebrada de apertura y el discurso programático de Pablo VI.
   A lo largo de la etapa se desarrollaron los debates sobre los temas: Virgen María, oficio pastoral de los Obispos, libertad religiosa, judíos y religiones no cristianas, revelación, apostolado de los seglares, sacerdotes, Iglesias orientales, Iglesia y mundo moderno, misiones, religiosos, seminarios, educación cristiana, sacramentos.
   El 21 de Noviembre de 1964 se clausuró la tercera etapa conciliar con el voto final y promulgación de la Constitución sobre la Iglesia ("Lumen Gentium") y los decretos sobre el ecumenismo ("Unitatis redintegratio") y las Iglesias orientales ("Orientalium ecclesiarum").
   En la clausura de esta sesión Pablo VI hizo la proclamación de "María, como "Madre de la Iglesia"

   2.4. Cuarta etapa, final

   Fue convocada el 28 de Agosto de 1965 por Pablo VI. Duró desde el 14 de Septiembre al 8 de Diciembre de 1965. Tuvo 41 Congregaciones Generales, 332 discursos y se realizaron  250 votaciones.
   Del 15 de Septiembre al 16 de Octubre tuvo lugar la discusión de los esque­mas sobre liber­tad re­ligiosa, de la Iglesia y mundo moder­no, de la misiones, de los sacer­dotes. El 15 de Septiembre de 1965 pro­mulgó el Papa la Constitución Apostólica "Apostolica sollicitudo", insti­tuyendo el Sínodo de Obis­pos.
   El 4 y 5 de Octubre tuvo lugar el viaje de Pablo VI a las Naciones Uni­das. Su discurso quedaría incluido en las actas conciliares por decisión de la Asamblea.
   El 28 de Octubre se votaron y promulgaron los Decretos sobre el oficio pastoral de los Obispos ("Christus Domi­nus", re­novación de la vida religiosa ("Perfectae Charitatis"), formación sacerdotal ("Optatam totius"), y las declaraciones sobre educación ("Gravissimum educationis momentum") y sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas ("Nostra aetate").
   El 4 de Noviembre se publicó la Exhortación apostólica "Postrema sessio", pidiendo oraciones por la feliz conclusión de los trabajos del Concilio.
   El 18 de Noviembre de 1965 tuvo lugar el voto final y promulgación de la Constitución sobre la Divina Revelación ("Dei Verbum") y del Decreto sobre el Apostolado de los seglares (Apostolicam Actuossitamen). El Papa anunció en esta fecha el comienzo de la reforma de la Curia, los procesos de beatificación de Pío Xll y Juan XXIII, el jubileo universal desde el final del Concilio hasta Pentecostés de 1966 y la próxima convocación del Sínodo de Obispos.
   El 7 de Diciembre tuvo lugar la última sesión pública, con voto final y promul­gación de los decretos sobre Libertad religiosa (Dignitatis Humanae), Sacerdotes (Presbyterorum Ordinis) o Misiones (Ad Gentes) y la Constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo moderno (Gaudium et Spes). El 8 de Diciembre, en sesión solemne en la Plaza de S. Pedro, se celebró la Eucaristía de acción de gracias por el Concilio felizmente concluido y se publi­có el "Mensaje del concilio al mundo."

  


 
 

 

 

   

 

 

3. Doctrina y Documentos

   Las características del Concilio Vatica­no II, fueron eminentemente pastorales por voluntad del Papa Juan XXIII. Se buscó la renovación y se intentó lograrla sin rupturas con la Tradición ni con la autoridad eclesial.
   Por este motivo no se trataron temas conflictivos o fronterizos: cuestiones de jerarquías y gobierno eclesial, celibato clerical, de estabili­dad matrimonial, con­denas de algunos sistemas políti­cos y económicos (capitalismo salvaje o comunismo totalitario), etc.
   Pero los periodistas se encargaron de airear en la prensa estos asuntos, frag­mentariamente toca­dos en algunas intervenciones parti­cula­res. Mas los ecos apenas si llegaron al aula conciliar ni influyeron en la mode­ración de los que en ella protagonizaban y seguían los debates.
   Los 16 Documentos del Concilio Vatica­no II fueron modelo de armonía entre reflexión prospectiva y la llamada a la prudencia basada en la experiencia.
   Por eso el Concilio no agradó a los más agresivos espíritus inclinados a rupturas (autodenominados progresistas). Pero tampoco dejó satisfechos a los despectivamente considerados como conservadores. No faltaron personas, incluso Obispos, que conside­raron inaceptables deter­minadas medidas en liturgia, en ecume­nismo y en el gobierno eclesial.

 CRONOLOGIA Y DOCUMENTOS

25.1.1959 Juan XXIII anuncia a los Cardenales su decisión de convocar un Concilio

Período antepreparatorio (1959-1960
27. 5. 1959. Se constituye una Comisión antepreparatoria. presidida por el cardenal Tardini.  
29. 6. I959. Encíclica Ad Petrí cath\edram, que da las primeras indicaciones sobre los fines del Concilio.

Período preparatorio (1960-1962)
Motu proprio Superno Dei nutu, que insti­tuye las 15 Comisiones y Secretariados preparatorios del  Concilio
Julio 1960. Las Comisiones reciben los volúmenes de respuestas a la consulta del 18. 6. 59 y las proposiciones que las resumen, junto con un programa general de trabajo y los temas que parecen preferentes.
12/20.6.1961. Primera reunión de la Comisión central preparatoria. Entre esa fecha y el 2I.6.1962, en que tuvo lugar la última, se celebraron siete reuniones plenarias para examinar ya, entre otras cosas, los fascículos que contenían esquemas de algunas constituciones y decretos de los que serian propuestos al Concilio,
25.12.1961. Constitución apostólica Humanae salutis, convocando el Concilio para el año 1962.
2.11.1962. Motu proprio “Concilium”, fijando la fecha de apertura para el 11.Octubre. 1962.
1.7.1962. Encíclica Poenitentiam ágere, pidiendo a los fieles oraciones y sacrificios por el éxito del Concilio.
2.7.1962. Carta II tempo massimo, pidiendo lo mismo a los religiosos.
10.7.1962. Invitaciones dirigidas a los cristianos separados para que envíen «observadores delegados» a las sesiones conciliares.
Julio/Agosto 1962. Envío a los Obispos de todo el mundo de los primeros textos disponibles para que pudieran estudiarlos antes de su viaje a Roma.
 5.9.1902. Motu proprio “Appropinquante Concilio”, publicando el reglamento de éste. Radiomensaje de Juan XXIII al mundo a un mes exacto de la apertura.

PRIMERA SESION  (11.10.1902. a 8.12.1962)
11.10.1962. Ceremonia solemne de apertura del Concilio, con discurso del Papa. Constitución de las Comisiones conciliares (Cada una 25 miembros, 16 elegidos por la asamblea y 9 por el Papa).
20.10.1962. Mensaje de los Padres conciliares al mundo.
20.10.1962 a 7.12.1962. Se discuten los esquemas sobre la liturgia, la revelación, los medios de comunicación social, la unidad de los cristianos, la Iglesia.
8.12.1962. Clausura de la primera etapa conciliar, sin promulgación de ningún documento
3.6.1963. Muerte de Juan XXIII, Elección de Pablo VI.
27.6.1963. Pablo VI anuncia que la segunda etapa con­ciliar se abrirá el 29 de Septiembre.
14.10.1963. Convocación de los Padres conciliares: nom­bramiento de cuatro Cardenales delegados, encargados de dirigir los trabajos del Concilio: Agagianian, Lercaro, Doepfner, Suenens.

SEGUNDA SESION (29 de Septiembre a 4 de Diciembre de 1963)

 1/30. 10.1963 Discusión del esquema sobre la Iglesia.
 5.11 a 2.12. 1963 Discusión de los esquemas sobre los Obispos y el gobierno de las diócesis, y sobre el ecumenismo.
 28.11.1963. Elecciones para complementar las comisio­nes conciliares.
 14. 12. 1963. Clausura solemne: voto final y promulgación de la constitución sobre la sagrada liturgia y del decreto sobre los medios de comunicación social. (El 25-1-1964, por el motu pro­prio Sacram liturgíam, se pone en vigor la constitución y se crea un Consejo que la aplique. El 2.4.1964 por el motu proprio In fructibus, se crea una Comisión pontificia para los medios de comunicación social.)
 4/6.1.1964, Viaje de Pablo VI a Tierra Santa y encuentro con el Patriarca Atenagoras. Carta apostólica Spiriíus Paraclitus, pidiendo oraciones por el Concilio.
 30.4.1964. Carta del Papa pidiendo oraciones por el Concilio
 17.5.1964. Pablo VI anuncia la creación de un Secreta­riado para los no cristianos. 
 2.7.1964. Reforma del reglamento conciliar para faci­litar los debates.
 1.9.1964. Carta del Papa al cardenal Tisserant sobre la apertura de la tercera sesión del Concilio.

TERCERA SESION (14 de septiembre a 21 de Noviembre de 1964}

 14,9.1964. Misa concelebrada de apertura y discurso de Pablo VI.
 15.9 a 20.11. 1964. Discusión de los textos sobre escatología y Virgen María, oficio pastoral de los Obispos, libertad religiosa, judíos y religiones no cristianas, revelación, apostolado de los seglares.
 21.11.1964. Clausura de la tercera etapa conciliar: voto final y promulgación de la constitución sobre la Iglesia, decretos sobre el ecumenismo y las Iglesias orientales. Proclamación por Pa­blo VI de «María, Madre de la Iglesia".

CUARTA SESION (14 de Septiembre a 8 de Diciembre de 1965)

 14.9.1965. Misa concelebrada de apertura y discurso de Pablo VI.
 15.9.1965. Promulgación, en presencia del Papa, de la constitución “Apostólica solicitudo”, instituyendo el Sínodo de Obispos.
 15.9 a  16 19. 1965.  Discusión de los esquemas sobre libertad re­ligiosa, Iglesia y mundo moderno, misiones, sacerdotes.
 4-5. 10. 1965. Viaje de Pablo VI a las Naciones Unidas. (Su discurso en la O. N. U. se incluye en las actas conciliares.)
 28.10.1965. Voto final y promulgación de los decretos sobre el oficio pastoral de los Obispos, re­novación de la vida religiosa, formación sacerdotal, y de las declaraciones sobre educación cristiana y sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas.
 4.9.1965. Exhortación apostólica Postrema sessio, pi­diendo oraciones por la feliz conclusión de los trabajos del Concilio,
 18.11.1965. Voto final y promulgación de la constitución sobre la divina revelación y del decreto sobre apostolado de los seglares.
  7.12.1965. Ultima sesión pública, con voto final y pro­mulgación de los decretos sobre libertad religiosa, sacerdotes, misiones y la constitu­ción pastoral sobre la Iglesia y el mundo moderno.
 
  CLAUSURA

  8.12.1965. Ceremonia solemne de clausura del Concilio ecuménico, al aire, libre, en la plaza de San Pedro y mensaje del concilio al Mundo.

 

 

    Las cuatro Constituciones o documentos doctrinales, más que dogmáticos, fueron los más iluminadores. Se enfrentaron con temas radicales, los cuales habrían de ser los más catequísticos. Eran estos: el de la Igle­sia, como "luz de las gentes": el de Liturgia, como superación del rito; el de la Palabra de Dios, como primordial en la evangeliza­ción; el de la Misión ecle­sial en el mun­do actual, como anuncio de fe y no como conquista de adeptos.
   La eclesiología se orientó en el Concilio hacia la identidad de la Iglesia como sacramento y como comunidad de comunidades, y no como sociedad terrena. La Iglesia se resaltó como Pueblo de Dios en camino y se recordó que todos los cristianos son responsables y solidarios más de una fraternidad universal que de una institución jerárquica.
    Por eso, la atención del Concilio se orientó a ver la misión de la Iglesia en el mundo moderno: con sus lenguajes nuevos, con su pluralismo ético y religioso, con su sensibilidad al cambio.
    Especial polémica planteó el tema de María Stma. Madre de Dios, que provocó la mayor división numérica entre los Padres con­ciliares. Mientras unos (los latinos y orientales) querían un documento exclusivo para ensalzarla y reconocer su significado eclesial, otros (los sajones, germanos y los procedentes de sus áreas de influencia) deseaban que de María se hablara sólo dentro del Documento sobre la Iglesia.
    En consulta hecha a los Padres conciliares, por sólo 73 votos de diferencia se optó por lo segundo. Por este motivo, se insertó, debidamente transformado y reducido, el primer esquema preparado para ser do­cumen­to autónomo, como capítulo octavo de la Constitución Lumen Gentium.
   La eclesiología evangélica y cristocéntrica del Concilio impuso un nuevo modo de anunciar el mensaje de la fe. Y condicionó el sesgo que tomaron los Decretos, que fueron nueve y ordenaron la disciplina eclesial.
    -  El de los Obispos fue importante, pues les despertó la conciencia de ser los primeros maestros y modelos en las comunidades diocesanas.
    -   El de la Libertad religiosa en un mundo que ella debe evangelizar y que se halla en transformación acelerada.
    -  El relativo a Iglesias orientales católicas y el del Ecumenismo que intentaron reavivar el estilo vital y fraternal que había iniciado Juan XXIII en este campo.
    -  El de la vida religiosa y el de la formación sacerdotal que cambiaron en poco tiempo la faz de los conventos, casas religiosas y seminarios. El relacionado con la vida de los presbíteros que resaltó intensamente la acción del sacerdote en el mundo secularizado actual
    -   El Decreto relacionado con el apostolado de los seglares volvió una vez más a reclamar el protagonismo bautismal de los laicos en una Iglesia históricamente clericalizada y se situó de nuevo en clave de novedad, con la defensa de la mujer y el reconocimiento de la igualdad.
    Las tres "Declaraciones", que el concilio quiso hacer fueron tomas de postura ante tres hechos significativos en el mundo moderno: la que expone la postura católica ante el derecho a la educación, la que se adhiere a la libertad religiosa como derecho de la persona y de la sociedad; y la que reclama la ar­monía y la convivencia pacífica con las religiones no cristianas.

 

 

 

 

 

 
 

 

4. Líneas catequísticas

   El Concilio fue un aldabonazo para trabajar en la educación de la fe de los creyentes y de los incrédulos, entendiendo la evangelización como oferta y no como conquista. Es decir, que el Conci­lio entendió la catequesis como un mi­niste­rio y no como un adoctrinamiento, lo que se derivaba de entender el anuncio evangélico como un servicio y no como un proselitismo.
   Si la Iglesia es madre y maestra, debe buscar a todos con ternura materna y con caridad y claridad de docente en la fe. La actitud catequística postconciliar se hizo consciente de que toda obra educadora nace del deseo de la Iglesia misma para renovarse en su misión de salvación.
   La catequesis es obra de la comunidad, antes que de la jerarquía. Mira a servir a las personas en su camino de unión con Dios, no a mantener los gru­pos con la adhesión de nuevos adeptos. Por eso los procesos de educación deben partir de la visión de la Iglesia como comunión, no como institución. Y se mira en ellos la misión como privile­gio, la autoridad como un servicio, la fe como un desafío más que como un depósito de verdades que deben ser aprendidas y entendidas.
   Especial incidencia tuvo el Concilio al reclamar la vida sacramental con una visión comunitaria de los sacramentos, desde el bautismo hasta la Eucaristía.
   La renovación litúrgica que el Concilio pidió fue durante años, y sigue siendo, un desafío a los catequistas, en el sentido de que no se trata de "cumplir con los ritos", sin convivir con los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Por eso se propuso preparar a los niños y jóvenes para la participa­ción acti­va y no pasiva, para optar con libertad y no con servi­dumbres sociológicas o tradicionales.
   El Concilio avisó a los educadores de la fe que los tiempos nuevos tienen len­guajes nuevos y no se puede seguir hablando a los educandos en idiomas que ya no entienden. Documentos como el Decreto "Inter mirifica", sobre los me­dios de comunicación social, resultaron una fuerte llamada a la renovación.
   Y análisis finos, profundos y flexibles como la Consti­tución pastoral "Gaudium et Spes," resultan imprescindibles refe­ren­cias para todo el que se dedique a la educación de la fe en las catequesis parroquiales, en los colegios confesionales o en los grupos de vida cristiana de los más variados estilos.
   En esta Constitución, con las más cautivadoras de todas las páginas redac­tadas por los Padres conciliares, la Igle­sia quiso considerar al mundo en todas sus expresiones: cósmicas, huma­nas, históri­cas. Afirmó que la Igle­sia es solidaria con el genero humano, especialmente con los más pobres. Consta­tó que, ante los cambios que sacu­den a este mundo, muchos hom­bres se interro­gan y vacilan. Afirmó que la Iglesia tiene palabras de fe y esperanza ante los cambios, por cuanto sabe que Dios cuida al mundo y que Cristo se mantiene vivo en él. Por eso proclama la "igualdad" funda­mental de los hombres y la necesi­dad de respetar sus derechos humanos fundamentales. Explicó lo que la Iglesia puede hacer para ayudar a los hombres y lo que ciertamente va a hacer, pues se lo mando su Fundador.
   Abordó el texto cinco problemas acu­ciantes y exigentes: la familia, la cultura, la vida económica y social, la vida política, la vida internacional.

   5. Consignas y normas

   El Concilio fue una verdadera fuente de consignas, tanto directamente por medio de sus documentos, como indirectamente a través de los criterios y líneas que establece.
   En los textos conciliares hallamos indicaciones interesantes.
   En el Decreto "Christus Dominus" se sugiere a los Obispos programas con­cretos y muy vitales (n. 12) y se les indica meto­dologías "adecuadas a las edades y circunstancias" (Nº 13).
   Se resalta que la catequesis ocupa un puesto primordial en la Iglesia (Nº 13) para niños y jóvenes, también para adultos (Nº 14). Debe ser "ordenada, acomodada a la materia, fundada en la Escritu­ra, en la Tradición, en el Magisterio y en la Vida de la Iglesia" (Nº 14)
   El orden y método debe ser inculcado a "catequistas preparados en las leyes psicológicas y en las artes pedagógicas." (Nº 14). Cuando se habla a los párrocos de sus deberes primordiales, se indica que "la tarea catequética, debe tender al pleno conocimiento del misterio de la salvación, acomodado a cada edad..." ya que los que tienen cura de almas son maes­tros de la fe y responsables de almas. Se les pide que, en esa tarea, "busquen ayuda religiosos y lai­cos, sin olvi­darse de erigir la Cofradía de la Doctrina cristiana" (Chr. Dom. 30)
   Especial reclamo catequístico late en la Constitución sobre Liturgia "Sacrosac­tum concilium". Según ella, se debe instruir a los fieles en lo que es la Misa, así como en lo que reclaman los demás sacramentos, en la penitencia, en las devociones convenientes para la piedad. (Sacros. Conc. 42, 52, 55).
     Es bueno aprovechar aquellos tiempos catequísticos que, como la Cuaresma o el Adviento, son propicios para renovar las actitudes de fe (Sac. Conc. Nº 110).
     Se pide restaurar el Cate­cumena­do de Adultos (Nº 64) como forma de actualizar la fe de los que creen, pero carecen de sufi­ciente ins­trucción en aquello en lo que creen.
     En otros documentos se pide a los educadores de los futuros sacerdotes que no omitan una buena preparación catequética y peda­gógica en los semina­ristas (Opt. totius n 19). Y que sobre todo los ya sacerdotes, cuiden en su ta­rea pastoral y catequética del fo­mento de vocaciones para la Iglesia, tarea propia de toda la comunidad y no sólo de unos pocos. (Presb. ord. n 11)
    Se reclama la preparación de un Directorio de Pastoral Cate­quética, con el que se facilite la tarea de quie­nes se dedi­can a este ministerio, presbí­teros y lai­cos, tanto en los métodos como en las mejo­res conveniencias pedagógicas y psico­lógicas. (Christ. Dom 44)
     Y se dice en la Declaración "Gravissimum educationis" que: "todos los cristia­nos, regenerados por el Bautismo, tie­nen derecho a una educación cristiana, que haga a los bautizados cada vez más conscientes de del don recibido de la fe, mientras se inician gradualmente en el misterio cristiano...
   El Concilio recuer­da a los pastores de almas la gravísima obligación de dispo­nerlo todo de forma que los fieles disfruten de la educación cristiana, sobre todo los jóvenes que constituyen la esperan­za de la Iglesia." (N 2)
    El sentido de la catequesis, en un concilio que debió ser eminentemente pastoral, quedó muy atendido.

 

  

 

   

6. Permanencia del Concilio

   El Papa Juan XXIII convocó el Concilio para "actualizar" a la Iglesia y Paulo VI lo conservó para dinamizar a los cristianos. Al cerrar el Concilio, en el discurso de clausura, el Papa llamó a enfrentar­se con ilusión al estudio y aplicación de los documentos del concilio que el llamo "el gran cate­cismo de los tiempos nuevos. (a los Ob. ital. 23. Mayo. 1966". Realmente lo fueron.
   A lo largo de los siguientes dece­nios los criterios variaron. Pero el mensaje del Concilio quedó vivo en la mente de los ciudadanos de un tiempo de tránsito.
   El Concilio pro­porcionó una apertura dialo­gan­te con el mundo moderno, inclu­so con nuevos lenguajes conciliatorios y con signos de esperanza fren­te a problemáticas actuales y antiguas. Fue el Concilio más representativo de todos los tiempos, en cuanto al número de miembros, en cuanto a profundidad de temas y en cuanto a cobertura expectativas. Fue el que más llegó a todos los rincones del plantean, gracias a los pederosos medios de comunicación social.
   El Concilio pudo decir a los jóvenes del mundo: "Os exhortamos a ensanchar vuestro corazones.. La Iglesia os mira con confianza... Sois vosotros los que vais a formar la Sociedad y la Iglesia del mañana". (Mensaje final de los Padres)